El “son”, que aparece como expresión artística popular en
México a principios del siglo XVIII, representa en la música y la danza la
sensibilidad mestiza. Es generalmente picaresco, como su antecesor en la
península ibérica, el cantar. Según la región en que se produjo, se denominó de
distintas formas, surgiendo de él jarabe, el huapango o la jarana, entre otros
particulares de cada zona del país.
La influencia africana se dejó sentir
introduciéndose a través de las islas del Caribe, y en la costa de Guerrero se
bailan hoy lo sones de artesa por los descendientes de los antiguos esclavos
negros que se mezclaron con la raza nativa. Para bailar los sones de artesa se
coloca abajo, sobre la tierra, apoyada
en unos soportes especiales para
darle fuerza, estabilidad y al mismo tiempo resonancia, una artesa o canoa en
la que salen a pescar los habitantes de la zona. Solamente una pareja baila en
cada artesa, con su característico taloneo que, junto con la especial
resonancia de la madera hueca, parece imitar en su efecto al inconfundible
tambor africano.En las grandes festividades era de costumbre seleccionar la mejor artesa y adornarla disponiendo en uno de los extremos una cabeza de toro, pescado o caballo.
La Influencia de la raza negra en la cultura mexicana.
Difícilmente podrá hablar o al menos imaginar lo que el antropólogo Gonzalo Aguirre Beltrán bautizó como la tercera raíz, es decir, la influencia de la raza negra que, pese no resulta tan visible en la actualidad, está presente como parte integral de la cultura mexicana.
Los zapateados en tarima sobre ritmos del occidente africano, todos ellos son muestras irrefutables de la influencia negra en la cultura mexicana.
Los bailes sobre plataformas de madera, por ejemplo, son una característica de ciertas regiones de África que se puede hallar en México, desde el Golfo, donde se realiza el son de tarima, hasta la costa del Pacífico.
Pero especialmente en ésta última región se baila sobre troncos de madera de una sola pieza llamados artesa, lo que es común en una área que va desde Baja California hasta Chile, donde se baila sobre estos instrumentos músico-coreográficos que sólo en la región guerrerense tienen forma animal, planteó el investigador Carlos Ruiz, de la Fonoteca del Instituto Nacional de Antropología e Historia.
Baile de Artesa
La azarosa historia de este género en México, se inició a mediados del siglo XIX durante la fiebre de oro en California, cuando grupos mineros chilenos viajaron hacia el norte deseando participar en la explotación del ansiado metal. Algunos de ellos hicieron una prolongada escala en Acapulco, dejando el recuerdo de sus atractivos cantos y bailes.
La chilena se adoptó en Guerrero, no sin sufrir algunas transformaciones que la convirtieron en una aproximación del son mexicano con baile de parejas y zapateado. Al igual que la Cuenca, cuyo nombre proviene del adjetivo clueca, la chilena guerrerense es un baile que imita al cortejo del gallo y la gallina y se baila con un pañuelo en la mano, y es un baile de tarima al igual que los sones y huapangos. En Ometepec y Cuajinicuilapa, la tarima es llamada artesa o canoa, se hace de un solo tronco y sirve para una sola pareja.
El tamboreo y el pañuelo durante el baile son elementos andinos.
En diversos lugares fueron adaptándose este baile y agregándose redobles y descansos según el bailador ya que este baile es único y personal.
Se tiene conocimiento que desde 1910 y 1920 la artesa fue y es hasta nuestros días el centro de las fiestas en los diferentes poblados de la Costa Michoacana, ésta es motivo de alegría en las bodas, fiestas patronales y acontecimientos importantes.
En la actualidad vuelve a tomar auge en la Costa de Michoacán. difusión dad por la Lic. Saira Calderón Campos hace 23 años, siendo en ese entonces Delegada de Turismo, región Lázaro Cárdenas. Actualmente se baila en La Soledad, Las Peñas, Caleta de Campos, Cd. Lázaro Cárdenas (durante la expo feria), Playa Azul y, principalmente en la comunidad de La Mira que ha sido madre adoptiva de este baile.
La artesa o canoa.
Es nombrada artesa o canoa a un solo tronco de madera (árbol de parota), recibe este nombre en Ometepec, Cuajinicuilapa y pasa a la Costa de Michoacán como artesa, nombre que se a puesto en duda por el desconocimiento de algunas personas; también es llamada tabla, nombre traído de la región de Aguililla, Coalcomán y Apatzingán.
La artesa mide 2.50 metros de largo y 80 centímetros de ancho, es de una sola pieza con dos agujeros, uno en cada extremo, ahuecada por la parte de abajo; la mitad de la artesa debe tener un sonido grave y la otra mitad un sonido agudo, sonidos que se logran al momento de ahuecar el tronco
Bailes que se ejecutan en la artesa
El son de La Mira. Compositor Pedro Villa Chávez.
El Guaime
La Peineta
El Cenzontle. Compositor Pedro Villa Chávez.
La Puerca
La Vaquilla
La Chilena
El Toro Rabón.
Instrumentos musicales para el baile de artesa o canoa.
En la actualidad para bailar en la artesa se ejecutan cuatro instrumentos musicales: violín, jarana chica de 5 cuerdas, vihuela y el arpa, instrumento principal, su caja de resonancia es utilizada para el tamboreo con las manos; hecho que se ha ido excluyendo debido a que los arpistas tamboreadores se están acabando en la región.
De los instrumentos introducidos por los conquistadores en México, el arpa y la vihuela fueron las que tuvieron una mayor aceptación. El arpa, sobre todo, se popularizó a tal grado que en la actualidad sigue ocupando un lugar preponderante en los conjuntos musicales de las más diversas regiones del país, por su importancia en la música regional, vale la pena hacer una breve descripción de el arpa de tierra caliente: su nombre proviene del hecho de que se toca, principalmente, en la Costa Michoacana y en la de Guerrero.
Es un instrumento de apariencia pesada, la caja resonadora, en su forma de medio cono, mide 40 centímetros en su parte más ancha, el largo de la columna es de 1.18 metros y tiene 35 cuerdas, de las cuales 10 son de tripa de gato y el resto de nylon.
La consola se ornamenta discretamente y tiene como característica un cordel que rodea la parte baja de la columna, lo que parece ser un medio para transportarla con mayor comodidad. De esta arpa ya desaparecida, se conocen pocas referencias, parece ser que el único ejemplar se encuentra en el museo del Estado de Zacatecas, el único ejemplar que perteneció al sr. Genaro Codina.
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